En este taller nos acercaremos a la creación de un solo teatral, como pretexto para profundizar en el conocimiento de la singularidad de la propia actuación.
Nos despojaremos de artificios y referentes externos que lo organicen (texto, tema, etc.) y buscaremos investigar y desarrollar el despliegue expresivo de las posibilidades y poéticas de la actuación en contacto con la mirada y el oído del público.
Pondremos en juego herramientas que nos permitan observar y analizar esta actuación, para poder reafirmar lo que se expresa como singular y potente en ese cuerpo, así como corregir vicios y ampliar posibilidades.
Pondremos a cada participante, además, en el rol de coach (mirada/dirección) durante el desarrollo de los ejercicios de actuación, teniendo que acompañar y ayudar desde su punto de vista a administrar el proceso ficcional que desarrolla el resto del grupo. Esto permite, por un lado, que para el actor/actriz esa mirada sea real y concreta, y por otro potenciar la observación como forma de enriquecer la propia actuación y entrenar la dirección actoral en sí.
En este mes de enero cumplimos tres años de nuestra apertura al público. Tres años que parecen el doble, con reformas, arranque ilusionado, ajustes y reajustes en el funcionamiento, crisis, pandemia, nevada, y mucha, mucha gente que ha pasado, ha aportado y nos alienta a seguir con las puertas abiertas.
La Travesía de Galván surgió como un proyecto de seis personas (tres familias) vinculadas al teatro que queríamos no sólo tener un espacio físico donde desarrollar nuestras producciones, sino también generar un entorno diferente en el cual recibir y dar cabida a artistas de todo tipo. Un “club de teatro” que acogiera proyectos incipientes para organizar laboratorios, clases magistrales de grupos reducidos, procesos de ensayos relámpago para el reestreno de una producción comercial, y un largo etcétera.
El 2020 fue un año duro, muchas veces dudamos si podíamos seguir en pie, y si valía la pena tanto esfuerzo. Pero nos convencimos de que sí, que sí vale la pena seguir apostando por el teatro off, que La Pera del Olmo existe con un espacio y necesita cuerpos para moverse, para actuar, para ver y que nos vean. Necesitamos paredes, porque nuestra producción es real e incesante. La Travesía de Galván es nuestro búnker de creación, desde donde seguiremos regando al teatro para que brote la ficción. Seguimos aquí, ven a conocerla.
Comienza el curso con ilusión y grandes desafíos. Uno de ellos es el más esencial: recuperar el sentido de seguir haciendo teatro. Y mantener la salud, toda: la emocional, la espiritual… la salud artística!
Toni Ruiz se lanza a enseñar una vez más, a compartir todo aquello que trae desde el otro continente. Por supuesto, en nuestro queridísimo espacio que respira teatro, La Travesía de Galván.
El taller será un espacio para buscar, probar, confirmar, sumergirse en alguna dinámica que interesa, que tienta, que alguna vez se intuyó, no se aprovechó lo suficiente, que nunca se probó. Un espacio, sobre todo, para actuar, para actuar mucho.
Dirigido a actores y actrices, quien se acerque por primera vez a este lenguaje puede probar o ver una sesión.
Lanzamos este taller/experimento para actores y actrices que tengan ganas de entrenar en confinamiento, impartido por Toni Ruiz.
Haremos una serie de ejercicios expresivos y de improvisación individual cada cual desde su casa y conectados en grupo a través de zoom. Estas improvisaciones se grabarán para que cada participante pueda verlas después.
A partir de ahí, podremos analizar maniobras, particularidades, vicios, potencias, posibilidades, etc. Quien quiera y pueda, podrá revisitarlas y grabarlas durante la semana y compartirlas conmigo y con el grupo para ir desarrollando y profundizando el material, como una forma de aprender a reimprovisar una situación/dinámica, e incluso convertirla en una secuencia de ficción.
Haremos seis encuentros grupales, desde el miércoles 20 de mayo hasta el 24 de junio, además de los encuentros particulares que pudieran surgir en horarios pautados.
Aquí os dejamos una entrevista que nos hicieron en 2014, mientras ensayábamos y creábamos nuestro cortometraje No Somos Nadie, en la TAI. Una buena síntesis de cómo continuamos trabajando, con ese mismo espíritu, pero desde el confinamiento.
A partir del parón que significó para el sector cultural (y para tantos otros), el confinamiento debido a la pandemia generada por el COVID-19, much@s artistas hemos comenzado a crear ceñid@s a estas nuevas reglas. En nuestro caso, comenzó como un juego, con Marina Herranz y Fernando Nigro, a través de videollamada. Una vez más, juntarnos a improvisar, a probar, a ver qué sale. Y la pantalla, el contexto de ciencia ficción, la distancia, la soledad… comenzaron a dar forma a una historia singular, que jamás podríamos haber imaginado en otras circunstancias.
Toni Ruiz, al otro lado, dirigiendo el gesto, el ritmo, la sonoridad… La narración, vamos. Terminó de encuadrar (nunca mejor dicho) este nuevo cortometraje de La Pera del Olmo, que en días verá la luz.
Una vez más, nos afirmamos en el placer y la necesidad de crear. Sean cuales fueren las circunstancias, el espacio y el tiempo.
Hasta el nombre de la sala suena porteño. En La Travesía de Galván, un puñadito de actores argentinos representa casi todos los lunes desde hace un año Malasangre, comedia negra sobre los lazos familiares intrincados, el anhelo de autonomía insatisfecho y el poder de la herencia. Sus intérpretes, su director e Irene Gómez elaboraron esta creación colectiva a fuego lento, para darse un gusto al cuerpo. La mayoría de ellos llevan largo tiempo en Madrid, por trabajo, amores y circunstancias. Dos son españoles que laburarondurante varias temporadas en la escena bonaerense.
La Travesía de Galván está en Carabanchel, fuera del céntrico circuito cerrado de salas alternativas, en un sótano de José María Galván, calleja que lleva el nombre de un retratista y grabador decimonónico que en su día recreó en una popular serie de 26 estampas al aguafuerte los frescos pintados por Goya para la ermita de San Antonio de la Florida. Al teatro, que antes fue sala de ensayos y vivienda, se desciende por una escalera angosta, como el salario de quienes en su día tuvieron allí su residencia.
Abajo del todo, una salita de espera, y detrás de una cortina, una sala con bastante altura y unos balcones con celosía equivalentes a los de los corrales de comedias. No es mal espacio para representar. Para el público, tres hileras de sillas sobre tarimas, en tres alturas.
Comienza la función. Dos hermanos nos miran: hacen como si entre el público reconocieran a alguno de sus invitados a la fiesta familiar que se está celebrando. Pero ¿por qué hacen ‘como si’? ¿No es el realismo extremado rasgo distintivo en la interpretación de escuela bonaerense? También me pareció sobrevoltado el diálogo que mantienen, quizá para que no lo tape la música, pero estando tan cerca del público les oiríamos aunque lo susurrasen. Su conversación, a la que se suman luego dos hermanos más y una prima, es hiperbólica como los monólogos de las criaturas de Rodrigo García. Se engañan unos a otros, ignoramos por qué.
Finalizada esta escena extensa, el padre inválido del que hablaban recibe a Darío, su hijo pródigo, y en un solo clic la función de repente respira verdad. Su diálogo desemboca en otro entre papá y Diana, este a su vez en el anterior y vuelta de nuevo, en una serie de fundidos mágicos. Rodeada la representación ahora en este aura, no debería desvelar Natalia López que es Fernando Nigro, actor joven, quien interpreta al padre con tanta verosimilitud y enigma. Nunca hay que mostrar los trucos, aunque el espectador los intuya.
La acción cambia de tiempo y de espacio sin cambios de escenografía. Picu, el hermano menor, está en dos escenas a la vez: sobrio en una, con papá; borracho en la otra, con Darío. No hay entradas ni salidas de personajes, que aparecen y desaparecen como títeres de guante, detrás de un sofá o tragados por trampillas inexistentes abiertas por el director prestidigitador de Malasangre, Toni Ruiz, español que orilló su carrera en el Río de la Plata.
No les revelo ni un ápice de la trama porque la sorpresa juega un papel notable en esta pieza, donde se pone de relieve el vínculo entre cierta manera de proceder de la sociedad argentina y la napolitana, calabresa y siciliana, que tanto la surtieron de migrantes. También son de vértigo las interpretaciones de Quique Fernández, la gallega Marina Herranz y Germán Bernardo, que se van ganando réplica a réplica el favor del público.
Malasangre. Texto: Autoría colectiva. Intérpretes: Germán Bernardo, Quique Fernández, Marina Herranz, Natalia López, Fernando Nigro. Asistencia de producción y de dirección: Irene Gómez. Dirección: Toni Ruiz. Madrid. La Travesía de Galván, todos los lunes.